Las diferencias entre las dos principales vías de salir a bolsa

Las empresas deben saber qué formula es la que más les conviene de las que se ofrecen para salir a bolsa.

En la primera mitad de 2021 se han alcanzado máximos históricos a nivel global en la captación de fondos a través de salidas a bolsa. Según Baker Mckenzie, se alcanzan a nivel mundial los 246.280 millones de euros, impulsado por el mercado americano donde se han dado operaciones por más de 134.000 millones.

Una Oferta Pública de Venta (OPV) es la forma más habitual de salir a cotizar. Es un proceso en el que normalmente la empresa emite nuevas acciones buscando financiación para sus planes de crecimiento, aunque también pueden ser los actuales accionistas los que venden parte de sus acciones. La empresa contrata a uno o varios bancos de inversión, que se encargan de dar a conocer la compañía y su modelo de negocio entre inversores, asegurar la colocación, y deseablemente, asignar las acciones entre aquellos inversores institucionales cuyo perfil encaja mejor con el plan de crecimiento de la compañía. A cambio cobran una comisión de entre el 3% y el 5% del valor de los fondos captados.

Frente al optimismo de inicios de ejercicio, en España se han captado 145 millones de nuevos fondos en la primera mitad de año. Se han producido una serie de expectativas fallidas, principalmente en el sector de renovables o el más reciente ejemplo de PrimaFrio. Estas cancelaciones han vuelto a abrir el debate de si la OPV es el mecanismo más adecuado para acceder a los mercados de capitales, debido a la incertidumbre de su resultado final, su coste y el largo plazo de tiempo de ejecución. A este debate, se une el hecho de que el mercado español no cuenta con instrumentos que agilizan las salidas a bolsa, como las famosas SPACS, o bien tienen un uso muy limitado, como el llamado direct listing, utilizado por Línea Directa que en realidad es una escisión de algo que ya cotizaba dentro de Bankinter.

Se ha reabierto el debate de si la OPV es el mecanismo más adecuado para acceder al mercado.

Cotizar en bolsa puede lograrse también a través de una colocación privada a un grupo de inversores cualificados, con menor liquidez y visibilidad o por medio del llamado direct listing. Este último, es un proceso por el que los accionistas de una compañía privada ofrecen acciones ya existentes, directamente al público en general, buscando liquidez para su inversión.

El direct listing, presenta numerosas ventajas para los accionistas iniciales de la compañía. Es una alternativa más ágil, más rápida y más barata que una OPV tradicional, al reducir costes e intermediarios, eliminando la figura del banco asegurador. Se elimina también el tradicional descuento de OPV que los bancos aseguradores piden a la empresa y que beneficia a los inversores a los que dichos bancos asignan las acciones. No se realiza ningún tipo de book building y posterior proceso de adjudicación de acciones. Todos los potenciales accionistas, sean institucionales, hedge funds o minoritarios tienen acceso a comprar las acciones al mismo tiempo. Es la fuerza de oferta y demanda la que va a determinar el precio de la compañía y el volumen de acciones que se venden. Esta subasta puede producir inicialmente mayores fluctuaciones en el precio. Por otro lado, si es una subasta pura, da lugar a mayor liquidez de la acción, al colocarse un mayor porcentaje en bolsa, respecto al cada vez menor porcentaje de capital que se coloca en las OPV. Otra de las ventajas de este proceso es que no existe el denominado lock-up period, ese periodo de tiempo tras una OPV en que los accionistas iniciales no pueden vender más acciones. Normalmente un direct listing no supone la emisión de nuevas acciones, lo que evita la dilución de los primeros accionistas.

Habitualmente limitado el direct listing a empresas más pequeñas, el acceso al mercado de nombres como Spotify (4.700 millones de dólares), Coinbase (5.800) o Wise (11.000) ha demostrado que esta fórmula es también válida para firmas de gran capitalización. Se elija el camino de la OPV o del direct listing, al final del proceso la compañía pasa a incorporarse a un mercado público. A partir de ese momento, está sometida a las reglas de información y transparencia del mercado. En el direct listing, la compañía necesitará ser muy proactiva en su comunicación con el mercado para captar, mantener y ampliar el interés de los inversores.

Sea a través de una OPV, de una SPAC o de un direct listing, los emprendedores que crean y desarrollan empresas, cada vez tienen más formulas con las que cristalizar el valor que han creado y obtener liquidez para sus proyectos.

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Ricardo Jiménez Hernández

Colaborador de Sigma Rocket